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lunes, 6 de abril de 2015

La Salvación se pierde???

 La Salvación     (Tomado del sitio: www.estudiosmaranatha.com)

Por Jack Fleming

La doctrina de la salvación en las Sagradas Escrituras, es el precioso diamante que emite al mismo tiempo los radiantes y diferentes colores de la justificación, redención, propiciación, santificación y el perdón eterno de TODOS nuestros pecados.
 
 
Salvación significa simplemente "Liberación". Se usa comúnmente para describir una acción por medio de la cual una persona es liberada de un peligro.
Cuando se habla de una persona "salvada" de perecer ahogada u otro incidente mortal, entendemos tres cosas:
 
l) La persona salvada estaba en peligro de muerte.
 
2) Alguien acudió en su ayuda porque ella no podía salvarse por sí misma.
 
3) El salvador rescató la persona de su peligro y de esta manera la "SALVÓ".
 
La salvación de nuestras almas la podemos desglosar en tres etapas:
l) La necesidad de saber que estamos en peligro de muerte (Jn.3:18, Jn.8:21, Rm.3:10/12 y 23).
 
Debemos tomar conciencia de nuestro pecado. El hijo pródigo solamente después que "volvió en sí" y vio todo lo malo que había hecho, se levantó para acudir a su padre y pedirle perdón. No consiste en un conocimiento intelectual ni generalizado de que todos somos pecadores, sino de tomar plena conciencia con dolor en mi corazón de que YO soy pecador. Yo estoy en peligro inminente de morir eternamente, porque la santidad y justicia de Dios han determinado "La paga del pecado es muerte".
 
El pecado no consiste únicamente en asesinar, robar, drogarse, etc. El mayor de todos los pecados es el haber sido indiferente con la obra de amor que Cristo realizó en la cruz. El Padre nos ha dado lo más precioso que él tenía, a su Hijo unigénito. Jesús, el Rey de reyes dejó la excelsa gloria donde recibía la adoración de los seres angelicales para venir a este mundo, ser humillado por sus propias criaturas que él venía a rescatar, dejarse coronar de espinas, ser escupido en su rostro, golpeado y finalmente clavado en una cruz.
 
Mientras Dios ha hecho todo eso por mí, yo he mirado indiferente hacia otro lado, ignorando tal expresión de amor por mí quien nada soy. Ese es el mayor de todos los pecados por el cual primeramente habremos de dar cuenta a Dios. Además el Señor asegura en su Palabra que el pecado no es solamente hacer lo malo, sino abstenerse de hacer lo bueno Stgo.4: 17 "al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado".
2) Una vez que estamos consciente de nuestro peligro, preguntaremos: ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO? (Hch.16:30/31) y la respuesta es categórica y precisa: "CREE EN EL SEÑOR JESUCRISTO, Y SERÁS SALVO".
 
No basta solamente con creer en la existencia de Dios, la Biblia nos dice que "hasta los demonios creen y tiemblan". Hemos de confiar de todo corazón en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador personal. Hemos de creer que Él nos puede perdonar y salvar. Yo he pecado, pero Cristo ocupó el lugar que yo merecía. Él murió por mí en la cruz del Calvario, el Santo, por el más vil pecador.
 
Ahora le veo con sus brazos de amor abiertos, clavados en aquel madero invitándome venir a él. Y no son esos enormes clavos los que le hacen permanecer en ese lugar de tormento, sino Su amor por mí. Su costado es abierto, porque la lanza del soldado está confirmando su muerte. En ese cuerpo santo donde nunca se posó la más leve sombra de pecado, ha sido esculpido mi nombre para toda una eternidad. Gracias Señor Jesús por tu amor inefable.
 
3) Luego confesar nuestros pecados AL SEÑOR y pedir Su perdón, lJn.l:8/10 "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de TODA maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros".
 
Muchos cometen el fatal error de creer que porque asisten o son miembros de una iglesia, o porque simpatizan con el evangelio, o porque leen la Biblia, o como otros dicen: "Nací en el evangelio", expresión que significa para ellos el haber nacido en una familia cristiana, creen que esto les puede hacer salvo o ser tomado en cuenta para su salvación. Pero con la responsabilidad que le debo a mi Señor y con la autoridad de las Sagradas Escrituras tengo que decirle que si Ud. es de los que piensa así, está totalmente equivocado.
 
Dios dice: (Jn.3:3) "El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios". Si no puede verlo, menos aún podrá entrar. Nacer de nuevo es cuando recibimos con un espíritu contrito y humillado a Cristo en nuestro corazón y le aceptamos como a nuestro único y personal Salvador. Es cuando somos transformados por el poder de Dios en una nueva criatura, con nuevos gustos y nuevos valores. 2Cor.5:l7 "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas".
 
La transformación es tan evidente como lo es la metamorfosis de un repelente gusano que se arrastra por el polvo de la tierra, para luego en un acto milagroso del Creador, cambiar en un ser totalmente diferente, con alas de hermosos colores. Así es el pecador que pide perdón al Señor y le recibe en su corazón. Nace de nuevo. Ahora es una nueva criatura capaz de remontarse a las alturas de la santidad de Dios.
 
En la parábola de las diez vírgenes (Mt.25) el Señor deja muy en claro que los "simpatizantes", aquellos que van a las iglesias, tienen Biblias en sus manos, pero que nunca han nacido de nuevo, no entrarán en el reino de los cielos.
Mt.25:10/11"las que estaban preparadas entraron con Él, y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco". Dios nos invita a que arreglemos nuestra cuenta con Él ahora, mientras la puerta de la salvación permanece abierta, y nos garantiza su perdón.
 
Is.1:18"Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana".
 
 
El resultado es extraordinariamente glorioso:
 
TIENE vida eterna, Jn.3:36 "el que cree en el Hijo tiene vida eterna". Dice "TIENE", en tiempo presente, es algo que poseemos AHORA. No dice "tendrá", como si tratara de algo que habremos de alcanzar en un día futuro. Tampoco dice "tendría" en forma condicional, como si dependiera de alguna otra cosa, como buenas obras o hasta que volviéramos a pecar; lo cual significaría que nadie podría ser salvo, porque ninguna persona honestamente podría decir que puede pasar un sólo día sin pecar, debido a que aunque seamos salvos, el pecado sigue morando en nosotros como muy bien lo expresa el apóstol Pablo en su propia experiencia.
 
Rm.7:l5/18 "no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago,...el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo".

Ahora tampoco corresponde hacer una diferencia entre "pecados leves" y "pecados graves", o como dicen los romanistas: "pecados veniales" y "pecados mortales". Esta división inventada por ellos, no tiene ninguna justificación bíblica. Ante Dios todos los pecados son graves.
 
No olvidemos que Adán fue expulsado del jardín del Edén por un sólo pecado, el de la desobediencia. Si una persona muriera llevando un pecado, por muy "leve" que fuera considerado por la sociedad, jamás podría entrar en el cielo, porque allí no entra el pecado. Además, este precioso versículo de Jn.3:36 dice que tiene vida eterna, lo que significa "para siempre".

NADIE NOS ARREBATARÁ de la mano de Señor. Jn.10:28 "Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano". Seguridad eterna de que jamás podremos volver a perdernos. Lo que él nos da, es salvación eterna, para siempre.
 
SELLADOS con el Espíritu Santo. Ef.l:13 "habiendo creído en él, FUISTEIS SELLADOS con el Espíritu Santo de la promesa". Este sello de propiedad suya que Dios nos coloca, nadie lo podrá borrar, ni aún nosotros mismos. En el infierno no existirá nadie que haya recibido este sello.
 
UNGIDOS, no por hombres sino POR DIOS. 2 Cor.21/22 "el que nos UNGIÓ, ES DIOS, el cual también nos ha sellado".
1 Jn.2:20 y 27 "vosotros TENÉIS LA UNCIÓN del Santo...LA UNCIÓN que vosotros recibisteis de él PERMANECE en vosotros...la unción misma os enseña todas las cosas".
 
BAUTIZADOS CON EL ESPÍRITU SANTO. El apóstol Pablo les dice a los cristianos más carnales del Nuevo Testamento, y él mismo se incluye en esta afirmación: lCor.12:13 "Porque por un solo Espíritu FUIMOS TODOS BAUTIZADOS".
 
SOMOS TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO. lCor.6:l9 "vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo".
 
EL ESPÍRITU SANTO MORA EN NOSOTROS. lCor.3:l6 "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios MORA en vosotros?"
 
POSEE LA SEGURIDAD DE SU SALVACIÓN. lJn.5:10 "El que cree en el Hijo de Dios, TIENE EL TESTIMONIO EN SÍ MISMO, el que no cree a Dios le ha hecho mentiroso".
 
OBTIENE EL PERDÓN ETERNO POR TODOS LOS PECADOS Col.2:13 "perdonándoos TODOS los pecados".
 
Muchas personas tienen el concepto de una cruz que sólo mira hacia la vida pasada, pero nunca hacia adelante. Pero Dios dice: Heb.8:l2 "y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades".
 
Is.43:25 "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados".
 
TODOS nuestros pecados, pasados, presentes y futuros fueron perdonados cuando aceptamos al Señor Jesucristo como a nuestro Salvador. TODOS los pecados que cometimos en toda nuestra vida terrenal, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. De no ser así, jamás podríamos entrar en el cielo.
 
Existe la idea de que el Señor nos perdonó solamente los pecados pasados cuando nos convertimos, y que a partir de allí necesitamos confesar diariamente nuestros pecados para obtener el perdón, y de esta manera asegurar nuestra salvación para no perderla.
 
Si esto fuera efectivo, la vida del creyente aquí en la tierra sería miserable y aterradora, no valdría la pena vivirla. Porque sabiendo que pecamos cada día, con nuestros actos, con nuestros pensamientos, con nuestros oídos, con nuestros ojos. Ningún creyente se atrevería a salir a la calle para no seguir aumentando su lista de pecados, y aún así sabemos que inclusive en nuestros hogares también pecamos.
Sería horrible que la muerte lo pudiera sorprender sin haber tenido la oportunidad de confesar esos pecados y después de todo, ir al infierno. Nadie podría tener la seguridad de su salvación. En cambio el Señor dice categóricamente "TIENE vida eterna".

En Col.2:13 dice que nos perdonó "TODOS los pecados". Cuando un creyente peca debe confesar ese pecado al Señor, no para obtener nuevamente el perdón sino para restablecer la comunión con nuestro Señor. Cuando pecamos después de nuestra conversión, no perdemos la salvación, pero sí la comunión con Dios. Nos alejamos de Dios, y necesitamos acercarnos nuevamente a Él.
 
Un creyente no solamente ha sido salvado, sino que además el Señor nos asegura que pasamos a ser hijos de Dios. 1Jn.3:1/2 "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios...Amados, AHORA somos hijos de Dios".
Un hijo, no importa cuán despreciable llegue a ser, NUNCA perderá su paternidad, siempre seguirá siendo hijo de su padre. Esto es lo que en forma tan preciosa y clara nos enseña el Señor en la parábola del hijo pródigo (Lc.15:11/24). El hijo pecó y se fue lejos de su padre, pero aún mientras apacentaba cerdos seguía siendo hijo de su padre.
 
Cuando el Espíritu Santo le hizo volver en sí (El Espíritu Santo tampoco nunca le abandonó, razón por la cual pudo hacerle volver en sí). El hijo volvió a la casa de su padre. ¿Cuándo el padre perdonó a su hijo? ¿Cuando escuchó la confesión de su hijo? NO, porque ni le dejó aún terminar su confesión cuando ya lo había abrazado y ordenado a sus siervos darle el mejor vestido, anillo y calzado y comenzó el regocijo.
 
Por el relato que nos hace el Señor se ve que el padre había perdonado a su hijo desde el mismo instante en que éste abandonó su hogar. Porque el padre con un corazón amoroso estaba cada día contemplando el camino por donde se había marchado su hijo, y desde ese instante estaba aguardando, sin rencor, que SU HIJO regresara y poder abrazarlo y besarlo. Así de perfecto es el perdón que nos ha otorgado nuestro Padre Celestial.


Ahora somos hijos de Dios, y NUNCA lo dejaremos de ser. Y en el infierno jamás se podrá encontrar ni un solo hijo de Dios. Tenemos el sello de propiedad de Dios y nada ni nadie podrán borrarlo. El perdón que Dios nos otorgó el día de nuestra conversión es tan amplio y perfecto que abarca TODOS nuestros pecados: Pasados, Presentes y Futuros.
 
 
Los pecados futuros merecen también condenación, y esa condenación la pago el Señor en la misma forma como pago por todos nuestros pecados pasados. Los pecados futuros son tan reales y repugnantes, como los pecados pasados ante un Dios Eterno que no está afecto al tiempo; para Él todo es un eterno presente.
Además no hemos de olvidar que aún desde nuestra perspectiva terrenal, donde sí transcurre el tiempo, cuando el Señor murió en la cruz, TODOS nuestros pecados eran futuros. Él tuvo que juzgar todo lo malo que habría en nosotros para aceptarnos en Su presencia.


¿Qué sucede cuando pecamos habiendo ya aceptado al Señor en nuestros corazones? El Espíritu Santo nos convence de pecado y produce en nosotros una "TRISTEZA QUE ES SEGÚN DIOS" (2Cor.7:8/11). Sin embargo esa tristeza no se relaciona con el perdón que el Señor nos dio en la cruz.
 
 
No podemos vivir con el temor que Dios nos puede repudiar algún día por nuestras faltas, o que hemos olvidado confesarle algún pecado. Dios nos asegura que tenemos vida eterna, no por un año o dos, o hasta que volvamos a pecar. Es vida eterna, para siempre.
 
 
La grandeza del perdón que Dios nos ha entregado es infinita, no tiene límites. En 2Tim.2:13 nos dice: "Si fuéramos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo".
 
 
¿Qué hemos de hacer para quitar esa tristeza, ese sentimiento de culpabilidad?. 1Jn.l: 9 nos dice que hemos de confesar nuestros pecados a Dios, reconocer nuestra falta sin excusas en su presencia. Si tenemos la convicción de que el Señor nos perdonó el día de nuestra conversión, entonces no tendremos temor de acudir a Él, para decirle honestamente que hemos pecado.
 
 
Tenemos que mirar por la fe a la cruz de Cristo y así recordar que allí Él compró el perdón eterno de TODOS nuestros pecados. Luego hemos de darle gracias, por cuanto ante Sus ojos nuestros pecados ya fueron perdonados. Jesús murió para pagar la sentencia de esos pecados. Y como consecuencia de esa comunión sincera e íntima con el Señor, manifestaremos nuestro aprecio por ese perdón con gratitud y nos apartaremos del pecado.


La salvación en la vida del creyente que posee este precioso don de Dios, tiene tres aspectos:
PASADO - PRESENTE - FUTURO
A) Pasado: Es la salvación de la culpabilidad del pecado o sus consecuencias. Es cuando fuimos liberados judicialmente de la condenación del pecado. Pero el pecado sigue morando en nosotros. El Señor llevó en la cruz TODO el castigo merecido por todos nuestros pecados: pasados, presente y futuros (Col.2:13).
 
Es la experiencia de todo cristiano que ha tenido ese encuentro personal con su Salvador, aceptándole en el corazón, confesando sus pecados y depositándolos en la cruz. Esto no le hace perfecto, sino que por haberse apropiado de la obra que el Señor Jesucristo hiciera en la cruz del Calvario, le hará salvo para vida eterna, es decir, le hará acreedor a esas moradas celestiales que el Señor fue a preparar para los suyos. Es una experiencia PASADA en todo aquél que ha nacido de nuevo, ocurrió el día de nuestra conversión.
 
 
Jn.5:24"El que oye mi palabra, y cree al que me envió TIENE vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida".
Ef.2: 8"Por gracia SOIS salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios".
Tito5:5 "Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho". Nadie se salva por obras, porque todos nacemos en pecado (Sl.51:5) La salvación no es asunto de obras, sino de creer o no creer. Dice Dios en su Palabra: "cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" y añade a continuación: "el que en él cree, tiene vida eterna". Jn.3: 18 "el que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado".
 
 
El que ha sido cristiano alguna vez, siempre lo será, así como el que no es cristiano ahora, NUNCA lo fue. Lo que confunde a muchos es cuando ven a aquellos que dijeron creer, inclusive fueron bautizados y miembros de la iglesia, para finalmente volver al mundo.
 
 
Esto no significa que perdieron su salvación, únicamente que NUNCA fueron salvos. Se cumple lo que dijo el Señor: "el perro vuelve a su vómito" Nunca fue una nueva criatura (oveja), siempre fue perro (inmundo). Se trata únicamente de alguien que se emocionó o entusiasmó, y que comenzó a ordenar su vida en sus propios esfuerzos, consiguiendo algunos logros que confundió a los verdaderos cristianos.


De éstos nos habla el Señor en Mt.12: 43 cuando se refiere al espíritu inmundo que salió del hombre, pero posteriormente vuelve y encuentra la casa (el cuerpo, la vida de ese pecador) ordenada, barrida y adornada, pero desocupada, porque nunca fue verdaderamente del Señor, nunca vino el Espíritu Santo a morar en él (los que no tienen el Espíritu no son de él).


Por este motivo, porque su limpieza fue realizada humanamente por medio de su propia fuerza de voluntad y no fue obra del Espíritu Santo, es que permaneció "desocupado", vacío, y el espíritu inmundo pudo volver y traer otros siete espíritus peores; y el postrer estado de aquel hombre vino a ser peor que el primero.
Rm.8:1"Ahora, pues, NINGUNA CONDENACIÓN hay para los que están en Cristo Jesús".
2Tim.l:9"NOS SALVÓ y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras".
 
B) Presente: Es la salvación del poder del pecado. El creyente, aunque en la debilidad de esta naturaleza caída, lamentablemente muchas veces peca, no puede permanecer en el pecado. Puede caer, pero no permanecer doblegado al pecado. El Espíritu Santo le redargüirá y lo hará volver al Señor.
El creyente está siendo salvo diariamente del dominio del pecado en su vida. Esta es la salvación a que hacen referencia los siguientes pasajes de la Biblia:
Filp.2:12"OCUPAOS en vuestra salvación con temor y temblor".
2Cor.3:l8"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor SOMOS transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor".
Gál.2:20"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mí".
Rm.6:l4"porque el pecado NO SE ENSEÑOREARA de vosotros".
 
 
C) Futuro: SEREMOS completamente salvados o libertados del pecado que mora en nosotros, cuando venga el Señor y transforme nuestros cuerpos carnales en cuerpos de gloria.
lPd.l:5"Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para ALCANZAR LA SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero".
lJn.3:2"Amados, ahora somos hijos de Dios, y AÚN NO SE HA MANIFESTADO lo que hemos de ser pero sabemos que cuando Él se manifieste, SEREMOS semejantes a Él".
 
Filp.3:21"El Señor Jesucristo TRANSFORMARÁ el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya".
Rm.l3:11"porque ahora ESTÁ MÁS CERCA de nosotros nuestra SALVACIÓN que cuando creímos".
 
 
Algunos erróneamente insisten que es necesario PERSEVERAR para ser salvo. Para ello aíslan de su contexto Mt.24: l3 donde dice: "el que persevere hasta el fin, éste será salvo". Uno de los principios más elementales para una correcta interpretación bíblica, es considerar TODO el pasaje. Es decir, necesariamente debemos examinar los versículos anteriores y posteriores.
 
 
En el capítulo 24 de Mateo el Señor está hablando del período de La Gran Tribulación, como lo dice claramente en el versículo 21:"habrá entonces GRAN TRIBULACIÓN" también lo indica en lo versos 9 y 29. Obviamente el vr. 13 está después del vr.9 donde hace referencia a ese tiempo de tribulación, como todo el resto del capítulo. Y como se entiende a la luz de toda la Biblia, la iglesia será llevada a los cielos por el Señor antes de La Gran Tribulación. Porque esos son los juicios de Dios sobre los pecadores que rechazaron al Señor Jesucristo.
El juicio de todos los pecados de los creyentes, el Señor los pagó en la Cruz. Y Dios no va a demandar dos veces el juicio por los mismos pecados. Por lo tanto, si la iglesia ya está en el cielo durante ese período que se habla en Mt.24, no puede estar refiriéndose a la salvación de los cristianos. ¿Quiénes son estos que se mencionan aquí, y que serán salvos por perseverar?
 
 
No cabe la menor duda que se está refiriendo al remanente fiel de la nación de Israel (Rm.11: 25-26). Ellos, durante la Gran Tribulación, serán salvos por perseverar y rechazar la marca de la Bestia como aclara con más precisión el libro de Apocalipsis (para mayores detalles sobre este tópico, recomiendo leer el libro "25 Diferencias entre Israel y la iglesia" que encontrará gratuitamente en este mismo sitio web.
Gracias sean dadas a Dios que hoy, mientras la puerta de la salvación permanece abierta y la iglesia aún no es llevada por su Señor a los cielos, todos aquellos que acuden al Señor buscando el perdón de sus pecados, reciben gratuitamente, sin obras ni perseverancia, ni ningún otro ingrediente humano, el regalo de Dios, que es vida eterna, vida para siempre junto al Señor.
 
 
Porque pasamos inmediatamente a ser AHORA, hijos de Dios, sellados con el sello de propiedad de Dios, que es el Espíritu Santo que viene a morar en el mismo instante en que creímos y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador personal.
Pasamos a ser templos del Espíritu Santo, el cual permanece para siempre en nosotros (1Jn.2: 27, Ef. 4: 30). Todo lo cual nos garantiza que la salvación que Dios nos da es ETERNA y no se puede perder JAMÁS, como lo asegura el mismo Señor Jesucristo: Jn.10:28
"Yo les doy VIDA ETERNA; y NO PERECERÁN JAMÁS, ni nadie las arrebatará de mi mano".
  2Tm. 2:13 "Si fuéramos infieles, él permanece fiel"

La seguridad de la salvación depende de Su fidelidad, no de la nuestra que nada vale, es un regalo de Dios, no un premio.
Los que desconocen esta Misericordia infinita de Dios, argumentan en su mente humana: "Entonces ahora podemos pecar y hacer todo lo que queramos, total nunca vamos a perder la salvación".
Estos ignoran que el gusano que pasó por la metamorfosis y adquirió alas, no puede cambiar su nuevo hábitat para volver a arrastrase sobre el polvo de la tierra. La conversión también es un hecho irreversible.
Gracias sean dadas al Señor por su don inefable (2Cor.9:15) "sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo) de Dios" Ef.2: 8


viernes, 20 de febrero de 2015

Musica e Iglesia...Iglesia... y musica???

Tomado del sitio: www.estudiosmaranatha.com

"La música"

Mucho se ha dicho y escrito a favor y en contra del uso de instrumentos musicales dentro de la iglesia. Pero lo más importante para el cristiano que desea agradar a su Señor, es clarificar si a Dios le gusta el uso de los instrumentos musicales en la iglesia, que es la casa de Dios. Por tanto, no es asunto que si a mí me gusta o si a otro le agrada.

Los defensores del empleo de los instrumentos musicales en la iglesia de Dios, necesariamente deben recurrir al Antiguo Testamento para sostener su posición, porque la verdad es que en todo el Nuevo Testamento, donde se encuentran todas las enseñanzas para que el cristiano sepa cómo debe conducirse en la iglesia, que es la casa de Dios, no figura ninguna mención del uso de instrumentos musicales por parte de los primeros cristianos.


La historia lo confirma que no fue sino hasta el siglo VII, más precisamente en el año 670, cuando por vez primera se introdujo un instrumento musical, y no fue exactamente en la iglesia cristiana, sino en la iglesia católica romana, cuando el papa Vitaliano introdujo un órgano.
Esto significa que la iglesia estuvo durante siete siglos sin usar instrumentos musicales. Cualquier estudiante de la historia del cristianismo lo sabe. ¿Por qué la iglesia primitiva no empleó instrumentos en sus reuniones y los israelitas del Antiguo Testamento sí?

Vale destacar que Israel es el pueblo terrenal de Dios, quien sirvió y adoró a Dios por medio de símbolos, figuras, sombras de la realidad misma de las cosas que habrían de venir. Así que viniendo Cristo, todas esas expresiones fueron puestas de lado.

La iglesia, el pueblo espiritual de Dios que tiene promesas celestiales, no está sujeto a esas ordenanzas que el Señor estableció con el pueblo terrenal. Dios llamó a Abraham desde Ur de los Caldeos para fundar en él y en su descendencia el pueblo terrenal, Israel.
Abraham es el padre de la nación de Israel y Dios estableció un pacto con él, entregándole ordenanzas distintivas del resto de las naciones, el diezmo y la circuncisión; esto lo vemos en Gn. 14 y 17 respectivamente, posteriormente Dios confirmó con Moisés estas ordenanzas y le añadió una larga lista de otras nuevas en el monte del Sinaí.

 

Por tanto, todo lo que Dios mandó desde Abraham - hasta Juan el Bautista, fue para su pueblo terrenal, Israel. Además no debemos de olvidar que la iglesia, como dice en Ef. 3, era el misterio escondido desde los siglos en el Antiguo Testamento.
Si honesta y sinceramente deseamos conocer cuáles son las ordenanzas para la iglesia, su pueblo espiritual, necesariamente debemos recurrir al Nuevo Testamento, porque allí es donde encontramos todas las instrucciones que el Señor y sus apóstoles dejaron para los que nos ha correspondido vivir después de Juan el Bautista. Es decir, para los que estamos bajo la gracia, el pueblo espiritual de Dios, su iglesia, que es la esposa del Señor.

 

El pueblo terrenal, Israel, en la antigüedad, debía agradar a Dios por medio de complejas ceremonias y sacrificios; en cambio ahora Dios nos dice en Jn. 4: 23 "La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren, Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren".

En el Antiguo Testamento el pueblo terrenal, Israel, le adoraba por medio de sacrificios y cánticos que eran amenizados con instrumentos que Dios específicamente les había señalado. Tampoco era con cualquier instrumento que a ellos les agradara, sino con los que Dios les había indicado.

La música se tocaba en ocasiones limitadas y especiales señaladas por Dios, por ejemplo durante los sacrificios, 2 Crónicas cap. 29:28 "Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas, todo esto duró hasta consumirse el holocausto".

 

El pueblo de Israel tenía varios instrumentos musicales. Pero únicamente se mencionan 4 de éstos, como autorizados para tocarlos en el templo. 2Crónicas 29:25 y 26 "Puso levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas,... y los sacerdotes con trompetas".
Los israelitas tenían cultura musical y diferentes instrumentos musicales que empleaban en sus fiestas y reuniones familiares. Pero en el templo de Dios no podían usar cualquier instrumento que a ellos les agradara, sino solamente los 4 que Dios les había indicado y en las ocasiones que Dios les había señalado. 


Pero cuando llegamos al Nuevo Testamento, no encontramos la mención de ningún instrumento musical que la iglesia primitiva hubiera empleado. Y la historia se encarga de confirmarnos, como ya lo he referido, que no fue sino hasta el año 670 cuando el papa Vitaliano, introdujo el primer instrumento musical que fue un órgano.

A Israel, el pueblo terrenal, Dios le dejó instrucciones muy específicas para el uso de los instrumentos musicales, les dijo cuales y cuando debían usarlos.

Pero a la iglesia, el pueblo espiritual, le dice que ahora es, cuando los verdaderos adoradores le adorarán en espíritu y en verdad, porque Dios tales adoradores busca que le adoren. Y no menciona nunca ningún instrumento musical para la iglesia, obviamente que no fue por olvido.

Entre las instrucciones para la iglesia podemos leer en Colosenses 3:16 "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales".

Los primeros cristianos cantaban himnos, pero no empleaban instrumentos musicales en sus reuniones, seguramente que muchos de ellos los tocarían en sus casas con sus familias, pero nunca fueron empleados en las reuniones de la iglesia. 


La exhortación del Señor para la iglesia es muy clara : lo que habría de abundar en medio de ella, no era la música, sino la Palabra de Dios. "La Palabra del Señor more en abundancia en vosotros". Y ¿qué es lo que hoy vemos en las iglesias? ¿Es la Palabra de Dios la que abunda en ella o es la música del mundo? 

A un pueblo espiritual, como debería ser la iglesia, se le exigirá más que al pueblo terrenal, Israel. Pero lamentablemente vemos que el mundo ha invadido las iglesias, transformándolas en verdaderas Discotecas donde abunda el Rock Cristiano, la salsa cristiana, la cumbia cristiana, los tangos cristianos, etc. 

Todo esto amenizado frenéticamente con instrumentos estridentes que ni aún permiten escuchar su letra ni entender lo que dicen. Y más aún, cuando para que su público se concentre plenamente en su último ritmo musical de moda, lo interpretan en un idioma extranjero. 

Toda esta música del mundo, mantiene muy ocupada a la iglesia, saltando, gritando, aplaudiendo y moviéndose al ritmo que interpretan los nuevos ídolos de la canción.

En estos nuevos club sociales que hoy "llaman" iglesias, el olor grato de la fragancia de la santidad del Señor, ha sido reemplazado por el olor de las comidas que éstos comerciantes del evangelio venden en la casa del Señor.

Qué insulto al Dios Santo ante quién los serafines se cubren en su presencia, para cantar reverentemente : "Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos".

¿Podría alguien en su sano juicio, asegurar que toda esta basura que hoy ha invadido las iglesias son "cánticos espirituales?" ¿O que en esos lugares "abunda" la Palabra del Señor?

Pero en cambio ese fue el mandamiento para la iglesia: "La Palabra del Señor more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos espirituales".

En las Discotecas o Club Sociales que hoy llaman "iglesias", la Palabra del Señor brilla por su ausencia, porque la congregación está muy ocupada en un desenfreno de orgía emocional que les mantiene moviéndose, gritando y aplaudiendo al nuevo ídolo de la canción que está de turno. 

Con justa razón dice el Señor de esta iglesia, la última antes de su venida, que es una iglesia que le causa nauseas. Y él no está allí, sino afuera Ap. 3:16 "por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 

Yo estoy a la puerta y llamo". El Señor está afuera, a la puerta, llamando para que lo dejen entrar. El Santo no puede estar en medio de esta corrupción.

Si el Señor viniera hoy, de seguro que actuaría con la misma indignación santa que le invadió cuando vio la corrupción y el comercio que hacían los fariseos de su época. Tomó un látigo y los expulsó del templo y les dijo: "Mi casa, casa de oración será llamada, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones".

Estos profanos intentan justificarse, diciendo que su intención es alcanzar a los jóvenes por medio de la música. A los tales les pregunto ¿en qué parte de la Biblia dice que debemos hacer eso? ¿Cuándo el Señor nos ha mandado alcanzar a alguien por medio de la música? El poder está en el evangelio, en su Palabra, no en la música. 



Sólo intentan justificarse porque es a ellos, a los que nunca han nacido de nuevo, a quienes les gusta esa música. Porque el Señor nos asegura que cuando nacemos de nuevo, he aquí todas las cosas son hechas nuevas, tenemos nuevos gustos, nuevos intereses.
Nuestro único deseo es agradarle a él y no a nosotros mismos. Él ha sido muy claro para decirnos que busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad.

El se agrada en que su Palabra abunde en nosotros, no la música, porque el poder está en su Palabra, no en la música.

El desea que cantemos con el corazón, himnos espirituales para él, no la música del mundo que solamente nos hace recordar ese tiempo que pertenecíamos al mundo.